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Foto del escritor: comunidadtiguaiacomunidadtiguaia

Primer documental de una serie de tres presentaciones resultado de investigación. Testimonios suramericanos sobre las comprensiones de lo sabio como elemento cosmogónico radical de nuestras ciencias... de una psicología propia. Universidad Cooperativa de Colombia - Corporación Tiguaia - FH Consult de Holanda



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Mi día de la raíz


Sabrán excusarme si piensan que desvío el sentido y naturaleza de este evento, pero en esta ocasión no podría hablar de nuestro 12 de octubre de 1492 si no pienso primero en mi 12 de octubre, es decir, no se sorprendan, somos del mismo indignante origen colonial, pero me refiero a el 12 de octubre en mi historia más familiar, personal y tal vez individual.

Me aclaro, un 12 de octubre mis padres decidieron unirse en matrimonio y por ello hoy cumplen 50 años de casados y aunque rara vez he manifestado o participado del sentido familiar de lo que esto implica, hoy reconozco que, bajo el sino popular de este ritual, ronda la idea de mi existencia. Y esto se me presenta sobre todo actualmente como un evento que ya no quiero dejar de honrar, como una vida, la de mis padres y la mía, que ya no quiero en la ignominia vergonzante silenciar.

Por favor no se confundan al creer que esto no hace sentido, pues nada mas relativo a mi raíz y a la fiesta de mis clanes por continuar la vida, es decir, esto si que me hace eco de lo que es una raíz, la que ancestralmente tengo en la filosofía de lo común y en la historia de lo cotidiano más cerquita.

El otro momento, un 12 de octubre de 1984, signa la muerte a sus 56 años de Pedro Pablo Romero Vaquero por un infarto que no tengo claro que desamor le implico, empero en la familia solo ronda la fama de abuelo querido y responsable, tomador y amante de las carnes, viandas criollas y comidas suntuosas que posiblemente lo llevaron a la tumba. Por supuesto este nombre tal vez no dice mucho a sus atenciones, pero les comparto, que este fue el día que asistí completamente abrumado, confuso y desconcertado, a la edad de 9 años, a ver morir a mi abuelo. Cómo verán, nuevamente la fecha me pone radical, me ubica en la raíz de un ancestro que dice mucho para mí.

No sé por supuesto qué sorpresas halla en mis próximos octubres, lo que sí sé, es que esta es una fecha que extrañamente habla para mí desde lo cercano tan lejano..., como desde lo lejano siempre tan cercano..., insisto, habla para mí desde que era un niño que fantaseaba además con la llegada de unas carabelas de las cuales arribaban unos ajenos enojados y barbados abuelos metalizados, pero más allá, una escena que visibilizaba la presencia de otros abuelos, más silenciosos, color tierra, extraños en su estética, con más piel, de naturaleza dulce, de los cuales nunca me habían hablado.

Sé que el doce de octubre de 1492 es una conveniente invención, encuentro, desencuentro, asesinato, exterminio, holocausto… de seguro fue el 11 como datan historiadores o el 13 como lo niegan los sacerdotes temerosos de la credulidad del esotérico número, lo cierto es que en el olvido o la conciencia, el doce es una experiencia de 532 años que aún no superamos, de la cual aún no amanecemos por que como en mi historia lo que evidencia es la negación de quienes somos, el ocultamiento de nuestro sentido esencial y existencial, la vergüenza de nuestro psiquismo colectivo y el olvido de nuestra raíz.

Quisiera respetuosamente compartir que este sentido recuerdo de marcas de mi historia es tan solo una gran espiral que también involucra nuestras marcas en la historia y por lo mismo como articulación de las opciones de vida y conciencia se vale preferir que el 12 de octubre, más allá del día de la hispanidad o de la raza, simbólicos complejos de la colonialidad como manipulación de nuestro ser nativoamericano, signifique un retorno al origen, un sentido más gozoso de lo que es nuestra raíz, claro está, una que como micelio diverso y al mejor estilo de lo raizal para Fals Borda supone la complejidad de lo campesino, lo indígena y lo negro en algo que a ciencia cierta nadie sabe con claridad que es pero que nominamos bajo el concepto de lo mestizo.

Por ello, como lo decían los profesores Andrea y Ricardo, cuando los conocí como jóvenes investigadores, igual que los que hoy comparten sus anhelos de sentido y conocimiento, “el 12 de octubre es más un día de la raíz”, y más allá, en un sentido liberador de nuestro psiquismo, al mejor estilo de la chicha (dicha) y del folclor (sabiduría), “es una fiesta”, una posibilidad de celebrar y conmemorar sin culpas ni vergüenzas nuestro potente origen.

Tal vez entonces conviene en lo situado del aquí académico oír, trasladando el suceso de la radical fiesta del maíz, es decir, del sagrado regalo de la tierra como alimento del alma para nuestros pueblos, lo que propone el maestro Cubano Raul Fornet Betancourt… “Des–filosofar la filosofía, (o para nosotros des-psicologizar la psicología) es liberarla de la obligación a la observancia exclusiva de las leyes de un único sistema del saber o de un determinado sistema educativo [...] para el ejercicio de la filosofía, (o la psicología), en América Latina esto significa, en concreto, abrir la filosofía (o la psicología) a las tradiciones indígenas y afroamericanas, a sus universos simbólicos, sus imaginarios, sus memorias y sus ritos; y ello no como objeto de estudio sino como palabra viva de sujetos con los que hay que aprender y estudiar en común" (Fornet-Betancourt: 2000, pp. 74-75).

Sin embargo, honrar lo indígena y honrar la madre tierra es mucho más que un simbolismo de la más externalista identidad, o de la más beligerante descolonialidad, reconocer nuestro origen y conversar con él es un asentar sensible solo válido desde mi historia, conversar con mi consciencia espiritual e histórica ancestral es honrar el matrimonio de mis papás, de alguna manera el comienzo de mi vida y es también honrar la vida y la muerte de mi abuelo que no es la mía…

Esto lo que significa es que usted y yo podamos honrar nuestra historia, parafraseando al subcomandante marcos de Chiapas en México, significa que usted como un después del antes comprenda a los abuelos y sus orígenes, que usted y yo conozcamos, respetemos y reconozcamos a los ancestros… sin embargo, después de preguntarlo en muchos cursos y universidades a lo largo de 19 años, sé que lamentablemente no es así, los encubrimos con dolor, vergüenza y culposa pena, he ahí nuestro problema, nuestra afectación de imposibilidad común, de país, de patria, de pueblo, de comunalidad.

Por eso, se vive en la fantasía materialista de controlar lo incontrolable y en medio de ello, se vive el propio territorio corpóreo como un lugar inerme, la corrupta caverna de lo concupiscente, mal hecho, perverso, maldito (mal dictio), innombrable para no ser bajo sospecha parménica, no lugar o negatividad donde no fluye lo natural sino la cristalización del bloqueo, la enfermedad que paraliza, castra lo vital, como consecuencia se vive en una oscuridad de ego y razón que permite subsistir únicamente en una pequeñísima partícula del tan oceánico todo y ese tan empobrecido lugar se piensa ingenuamente como alumbramiento (ciencia, progreso, tecnología y desarrollo).

Frente a esto finalmente y de pronto pensando en la naturaleza investigativa de este evento como festividad de la sabiduría propia y en agradecimiento al valor de estos jóvenes investigadores conviene aperturar reconociendo que invitamos desde la fuerza de nuestros abuelos a “una epistemología que enseñe a escuchar y asentar, que no se imponga en el dominio, externalice en la razón, ideologice o victimice en el poder, sino que como investigación tenga la sensibilidad femenina de aprender a escuchar lo humano, de aprehender la intimidad como camino humano precisamente de ser gente, descubrirse en corazón caminando la investigación, un movimiento delicado (dulce) de sentir el pretendido objeto, de sensibilizar con el sujeto otro, de caminar e intuir la sagrada manifestación de lo que compone a sí mismo e integra al otro, ésta expresión tan indígena -de ser gente en la existencia con conciencia histórica de la transformación social y un camino de ser gente en la gran conciencia y en la gran profundidad espiritual de lo humano-“ (León y Pérez, 2021, pág. 29).

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Insistimos e insistimos... No nos cansamos, con mucha o menor energía pero insistimos... Será porque viene de antes, de los abuelos. Cordialmente los convocamos e invitamos a este día de la raiz, a esta fiesta del maíz. Que bonito juntarse, en pensamiento o presencia, les esperamos a la siembra.



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